miércoles, 9 de octubre de 2013

¿Te vas a terminar esa sonrisa, o puedo comérmela ya?

No fue la historia más bonita del mundo, ni tampoco la más triste, ni la más compleja. Fue una historia de dos que no consiguen ser uno. Sencillamente, fue la historia de amor más básica que existe: cuando el amor intenta hacerse y no se consigue.

Tal vez todo empezó demasiado rápido. O esa es la sensación que tengo yo, ya sabes, tú y esa capacidad de acelerarme. Todo empezó siendo imposible, como la mayoría de las cosas. Y luego se volvió imposible poder dormir. El precipicio de mis sábanas acomplejadas con tu espalda. Y tú que le dabas la espalda al sueño, porque preferías soñar despierto conmigo. Y luego vinieron las pesadillas, en las que tú no estabas, lógico. Y luego todo empezó a doler menos, o por lo menos me acostumbré a vivir con tantos imposibles que cada día era un enfrentamiento conmigo misma. Y a la vez ese sentimiento, no sé, a veces pensaba que me estaba volviendo loca, que cómo podía sentir tanto por alguien que no sentía nada. El mundo y sus contradicciones, y nosotros seguíamos siendo algo utópico.

A veces pienso, cuando echo la mirada atrás, que no hemos sido tanto, que hemos vivido más en mi cabeza que con los pies en la tierra. Y, quizás, toda nuestra historia de persianas bajadas, de música a tope, de películas a medio acabar, de sábanas deshechas, de sueños por el día y de nosotros por la noche; toda nuestra historia, toda esta triste historia sólo puede contarse a través de tus ojos. Esta es la historia de cómo tus ojos no supieron mirarme.

600 días de no saber mirarme ni un segundo. Una historia de 600 días y 4 noches que pueden resumirse en tu manía de mirarme mientras duermo, o en no saber nunca responderme. En tus maneras de vivir en un mundo que no es el tuyo, aún creyendo que llegará alguien para salvarte. Y yo ya no sé si disfrazarme de una superhéroe, o romper cualquier noche tu ventana y decirte que me mires, que estoy aquí.

Esta es la historia de tus mentiras, de mis verdades; de tus cicatrices, de mis heridas; de tu pasado, de mi futuro. Esta es la historia en la que vuelves a mentir, otra vez, y yo vuelvo a mentirte diciendo que ayer dormí de puta madre. Y odio el mundo. Y el amor (aunque siga queriendo hacértelo). Esta es la historia de ''dime que me quieres, aunque mientas'', porque las verdades a veces duelen más que una caída desde tu boca. Esta es la historia de los ''no puedo más'' y seguir queriendo follarte hasta la mañana siguiente.

Esta fue nuestra historia. Una historia de anemia sentimental, de espaldas cansadas, de amor, de odio (porque no amarás ni odiarás a nadie tanto como a mi), de canciones que nos describían. Esta fue la historia de una bonita antihistoria, en la que la superhéroe ama tanto al villano que se deja matar. Y otra vez se queda toda la ciudad sin salvar.