viernes, 22 de julio de 2011



No hay otro mundo, ni otra persona, ni otra risa, ni otros labios, ni otro tacto, ni otro susurro, ni otra personalidad igual, que te miren de la misma forma ni que te deseen tanto el mal como la felicidad, pero si hay otros ojos, otros ojos que te miran con más ternura, con más amor, con más brillo en ellos y sobre todo con más ganas de quererte que nunca, gracias a ello, a todo ello, te das cuenta, que la vida, no deja de sorprenderte.
Y que tampoco, te deja de desear para siempre el mal, por eso digo, ¿para siempre? Já, no le queda nada, he aprendido demasiado de los errores.


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