Que no me prohiban las ganas de seguir soñando cuando tú andas por mi cabeza por las noches, que no me aten las ganas de seguir pensándote cuando te dedico las veinticuatro horas del día. Que no me tomen por loca por estrujarte y decirte lo mucho que te adoro. Que no me lo prohiban. Llamadme loca si queréis, pero los locos no duermen y yo aún sigo soñando.
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