sábado, 20 de julio de 2013

La historia continúa con una sonrisa en unos labios que no son míos, pero que saben sonreír de la misma forma. Y él los conoce bien, los conoce antes de que llegaran los míos. Y le sonríe, y le saluda. Y ella sigue sonriendo con ese ansia de comerse el mundo. Y le suelto de la mano. Y me voy. Y empiezo a andar sin mirar atrás. 
Vaya hijo de puta. Y la zorra esa... ¡puf! ¡vaya hostia tiene encima!"

Luego no sé cómo volver a recogerle. Porque ya quiero que vuelva. Porque es mi hijo de puta. Y ya me muero por tenerle más cerca. Y ya me muero por ir a salvarle. "Seguro que es alguien con quien no se lleva bien y no querría haber saludado". Y yo sigo en mis 15 engañándome. Y él sigue otros 15 minutos hablando con ella. Y vuelve a andar hacia el lado contrario.

Y él se da cuenta de que se aleja. Y se despide de la otra. Y va a encontrarla. Y ese puto camino de piedras. Y qué difícil es seguirme.

—¡Espera! ¡Joder! ¿no ves que te estoy siguiendo? ¿es que acaso no has venido conmigo?

—Ya había venido contigo. ¿Y tú? ¿has venido conmigo o con otra gilipollas?

—Yo he venido y voy a todos los sitios contigo. No sé por qué dudas.

—Dudo igual que tú dudas. Igual que has dudado en sonreír y en mirarle de la misma forma que a mí.

Y entonces, él manda todo a la mierda y me abraza y me convence diciéndome cosas que tal vez dude al oído para convencerme de que está ahí conmigo. Y me lo creo y empiezo a no tener frío, ni calor aunque sea pleno verano.

—¿Quién era?

—Una vieja amiga

Y era alguien de su pasado, eso era cierto. Pero también fue su pasado. Y es imposible olvidarse del pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario