jueves, 18 de julio de 2013

Nadie se puede negar a ser su rutina preferida.

Los lunes preceden a los martes. Y los martes, a los miércoles. Al igual que los miércoles lo hacen a los jueves. Y así hasta llegar al domingo. Voy a empezar diciéndoos que me levanté un lunes, cansada del domingo y salí a la calle como si fuera sábado. Porque a veces, las mejores historias empiezan un lunes, o fue un viernes (ya no me acuerdo). El caso es que no me acuerdo porque aquel día hice lo que todos los días de verano. Porque sólo hace falta un día de los 7 de la semana para que tu vida cambie por completo.

Y a lo mejor no me dí cuenta de que ese día me levanté con el otro pie, o que no encendí la luz al despertarme (porque ya había salido el sol) o que ese día me puse pasta de dientes de fresa en lugar de elegir mi favorita de menta. Puede que ese día de fiesta me equivocara de perfume y saliera de mi casa oliendo a algo nuevo. Puede que ese día eligiera mala combinación de ropa, pero me dijiste que estaba más guapa que nunca. Creemos que los lunes no pasan nada especial, hasta que llega el séptimo día y cambias con los seis anteriores. Y te pones esos zapatos viejos que guardas para ocasiones especiales. Y ese bolso que te regaló una chica que un día fue tu amiga. Y no te esmeras mucho al peinarte, porque ''natural estás más guapa''. Y ese día puede que se te olvidaran las llaves de casa al salir por la puerta. Y ese día puede que fuera un día 7 de algún mes de verano. Y ese día alguien rompió tu rutina de los 7 días de la semana para darte 7 razones a las 7 de la tarde para decirte que ese día 7 era un día especial porque os habíais conocido.



Y es que hay gente que aparece de repente y se convierte en tus 7 días. En tu semana. Alguien que llega un día, mientras estás tomando café en el mismo sitio de siempre a la misma hora de siempre para preguntarte que si quieres ser sus 7 días.



Y nadie se puede negar a ser la rutina de nadie. Y menos a ser su rutina preferida.

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